Relecturas del laberinto cartesiano

por Pablo Landa

LIGA 12: MMX (Mex). Coexistencias

 

La sede de LIGA en la Ciudad de México ocupa 13m2 de un edificio diseñado por Augusto Álvarez y Juan Sordo Madaleno, dos de los arquitectos más emblemáticos del movimiento moderno en México. Según sus descendientes profesionales, a Álvarez y Sordo no les interesaba la teoría. Su trabajo consistía en hacer dibujos precisos—siempre regidos por un módulo base—que permitieran su fácil traducción del papel al acero y concreto. En palabras comunes entre los arquitectos mexicanos, a sus edificios “no les sobra ni les falta nada”. Se trata de formas “honestas” que “parecen lo que son”: no buscan expresar nada más allá que su condición como ensamblajes de materiales y contenedores de un programa.

Como parte de su participación en la Trienal de Lisboa, LIGA invitó al taller MMX a realizar una instalación en el MUDE (Museo de Diseño y Moda en Lisboa), en una galería de 561 m2. Los integrantes de MMX se formaron en escuelas y con arquitectos que mantienen vivo el movimiento moderno. Cuando explican su obra usan palabras similares a las de sus maestros y comparten con ellos estrategias de diseño. En buena medida (la sucesión apostólica sería fácil de establecer) MMX forma parte de la tradición que tiene a Álvarez y Sordo como profetas.

Así, el trabajo de MMX sigue un proceso que inicia con ejercicios y conversaciones entre sus cuatro socios que conducen a un concepto e idealmente terminan con su construcción. El concepto es a menudo un módulo que se repite e integra sistemas espaciales y estructurales. En el caso de la instalación en Lisboa, el módulo base es el perímetro de la planta de la sede de LIGA, el cual, dispuesto como las losetas de un piso, se repite 30 veces. Las piezas, con cinco aristas, embonan perfectamente; la propuesta apunta al rigor de las geometrías de Álvarez y Sordo.

Sin embargo, el despliegue de la obra en tres dimensiones complica la identificación de MMX con el movimiento moderno. En elevación, el módulo es una cinta de fieltro que cambia de espesor y posición; contiene espacios, traza recorridos y enmarca y cierra vistas. En cada punto de la sala, la instalación ofrece una experiencia espacial distinta. La galería se convierte así en un laberinto con múltiples destinos y trayectos. La obra—sin programa—expresa más que su estructura y proceso de construcción. Quien recorre los vacíos entre las cintas rojas puede enlazar, proyectar, vislumbrar y trazar, en palabras de Michel de Certeau, geografías poéticas “sobre la geografía de lo literal”.[1] Con la instalación de MMX, el MUDE y LIGA a la vez se conectan y se abren a otros espacios.

Una lectura posible es que la obra de MMX forma parte de una nueva etapa, más reflexiva, del movimiento moderno. Los integrantes del taller reconocen—y explotan—las propiedades metafóricas del espacio construido. Saben además que los usuarios de un edificio lo rediseñan al inscribir en sus formas nuevos significados. En este panorama no hay lugar para la “honestidad”: todo edificio es ambiguo y polivalente, y está en constante transformación. El papel de los arquitectos no es ya dibujar para construir; implica también sugerir relaciones simbólicas y establecer contrastes que den cabida a memorias, aprensiones y deseos.

La descripción de las propuestas de MMX como más-que-modernas, sin embargo, supone una visión lineal—y moderna—de la historia de la arquitectura, en la que sus distintas etapas se suceden una a otra como fichas de dominó. Una interpretación más sugestiva de la instalación de MMX es como invitación a releer la arquitectura del pasado. En las obras del siglo XX, incluso las más dogmáticas, hay historias coyunturales que se desdoblan tras máscaras de racionalidad. Quizás las formas modernas “parecen lo que son”, pero nunca son sólo eso.

El espacio de LIGA en México es una galería (que fue antes comercio y funciona también como vestíbulo) así como el módulo de una instalación en Lisboa. Puede ser muchas cosas más: sus visitantes descubren y afirman otras asociaciones. Quizás el “lenguaje puritano y moralista del modernismo ortodoxo”[2] que denunció Robert Venturi fue, desde un inicio, complejo y contradictorio. Al convertir la sede de LIGA en punto de partida para nuevas invenciones, MMX nos recuerda que también los planos cartesianos pueden ser laberintos.

[1] The Practice of Everyday Life. Berkeley: University of California Press, 1984, p. 105
[2] Complexity and Contradiction in Architecture. Nueva York: Museum of Modern Art, 1977, p. 16.

 

 

LIGA 12: MMX (Mex)