LIGA 17: Estudio Macías Peredo (Mex). Convocar piedras
Fotografía: Luis Gallardo
Cada edificio, cada habitación cuenta una historia. Esta historia se amarra a un determinado paisaje, a un determinado suelo y de éste, una determinada materialidad. Aquellos que urden la historia trabajan al unísono, armónicamente, para traer a la existencia el albergue del hombre.
Morador, arquitecto y artesano se encuentran en el sitio. En su amistad se gesta la casa. Para traerla al mundo, el artesano hace uso de su cuerpo. Años de trabajo y reflexión embebidas en la musculatura, tradición constructiva que hacen posible el cuerpo mismo de la arquitectura.
De nuestro cuerpo aprendemos y aprehendemos el espacio. Es de ser y estar arrojados en el mundo que logramos convocar a nuestros huesos y nuestros músculos a trabajar conjugados, buscando habitar como Heidegger nos instaba: poéticamente. Los artesanos, constructores del mundo, mantienen vivo lo aprehendido. La tradición se releva y se mantiene por ellos. El arquitecto tiene entonces la responsabilidad de actualizarla, mantenerla vigente.
Para actuar de forma ética y poética, los arquitectos reconocemos nuestra incapacidad para actuar solos. La amistad con el artesano nos mantiene correctamente orientados, actuando consecuentemente con el mundo. Más allá de la sustentabilidad tecnológica, es en el otro que encontramos la forma de transformar el material, el suelo y el paisaje. Levantar la casa y contar nuevas historias.