Similar a lo que sucedió en los campos del diseño y la construcción durante el Milagro Mexicano (1940-1970), en este periodo excepcional el espectro de publicaciones sobre arquitectura en México fue amplio; por primera vez en la historia de este tipo de revistas en el país éstas fueron editadas y distribuidas simultáneamente, lo cual produjo una variedad de voces y discursos críticos, los cuales se encontraban en conversación el uno con el otro. La revisión del archivo Raíces Digital de la Facultad de Arquitectura de la UNAM nos permitió comprender de mejor forma el discurso público generado durante este periodo, así como también el papel que jugaron las distintas publicaciones de la época como plataformas para crear, distribuir y promover ideas.
Para comprender mejor los debates que se dieron durante este periodo, basta con revisar las secciones“complementarias” incluidas en todas las revistas publicadas durante estas tres décadas. Compuestas principalmente por texto y localizadas en la parte trasera de las revistas, dichas secciones fueron resquicios para la crítica, el debate, y el posicionamiento político. Secciones como “Asteriscos” en Arquitectura y Decoración (1937-1943), “Crítica de Ideas Arquitectónicas” en Arquitectura México (1938-1978), y “Demoliciones Gratis” y “D.D.T.” en Arquitectura y lo Demás (1945-1950), son sólo algunos de los suplementos que edición con edición planteaban debates en torno a temas de relevancia para la profesión. Dentro de dicho universo de voces y discursos, uno particularmente singular fue el generado por la publicación Arquitectura y lo Demás, revista independiente editada entre 1945 y 1950.
Como su nombre lo dice, la principal misión de esta publicación era la de borrar la idea de la aparente autonomía de la profesión de otras disciplinas, presentando no sólo proyectos de arquitectura como lo hacían sus contemporáneas, sino también abordando temas del día a día o tocando problemáticas locales y nacionales de interés común para la sociedad. Y aunque su discurso es parte fundamental de lo que hace única a esta publicación, son también el lenguaje de sus autores y la representación de sus páginas aspectos que refuerzan lo lúdico de la misma. Algunos de los temas abordados incluyen: los más mundanos del habitar, ejemplificados por la conversación entre Juan O’Gorman y José Gómez Robleda sobre una mancha de salitre en la pared (Revista 11, p.56-57); la problemática de la brecha entre clases sociales, ejemplificada por el artículo comparando perros “aristocráticos” y perros de la calle (Revista 9, p.72-73); la relación del Estado y la profesión, ejemplificada por la carta al señor Presidente pidiendo más arquitectos en su gabinete (Revista 5, p.11) o por la historia ficticia del arquitecto que le diseña su casa a un Gobernador (Revista 1, p.12); y problemáticas del medio ambiente como la falta de agua, ejemplificada por el artículo sobre el suicidio del Alcalde de La Habana por no poder dotar de dicho recurso a sus ciudadanos (Revista 11, p.20).
Quizá por lo amplio de su enfoque en el tema de la arquitectura y disciplinas adyacentes (“lo demás” fue definido por sus editores como “todas esas sujeciones, esas ligas, esos requerimientos, esos intermediarios, dependencias ineludibles”), muchos de los temas abordados en la revista continúan siendo relevantes en la actualidad. Claramente existía también en sus editores un entendimiento adelantado de que, para abordar los temas apremiantes de su tiempo, se le debía hablar también a las audiencias fuera al campo de la arquitectura—contándoles historias con humor, una representación lúdica, y haciendo un comentario en el banal “lo demás” que nos une a todas y todos.
Nathan Friedman y Francisco Quiñones (Departamento del Distrito)