LIGA 26: Alejandro Paz (Gtm). Endogeneidades
Fotografía: Luis Gallardo
Para su película Fitzcarraldo (1982), Werner Herzog recurrió a la vida de un amante de la ópera obsesionado por construir un teatro en medio de la selva amazónica. El gesto que Alejandro Paz propone para LIGA tiene cierta similitud con esta acción del personaje cinematográfico. Alejandro no es director de orquesta, pero ser arquitecto es una forma de orquestar el espacio. Para esta pieza, la orquesta de cámara está escondida debajo del espacio de la galería e interpreta en vivo para un público que no la ve. Como en Fitzcarraldo, la orquesta toca para ser escuchada por una selva que funciona como público.
Podríamos pensar que la música, al presentarse en una sola dimensión, no llena espacios, pero es a través del espacio que alcanza nuestros oídos. La galería está vacía de objetos, y llena de música. Muchas veces he reflexionado sobre la cercanía y la lejanía como conceptos relativos. Puede estar ocurriendo un crimen en la vecindad de mi casa y yo no me doy cuenta. Esto también puede suceder a nivel ideológico. Podemos ver una injusticia, pero si no tenemos la sensibilidad necesaria, la pasaremos por alto. Las placas tectónicas están en constante movimiento y no las sentimos. La Tierra gira alrededor del Sol y sobre su propio eje y no lo percibimos. A veces las cosas imperceptibles son las que más efectos tienen en nuestro cuerpo.
La arquitectura es una forma de influencia silenciosa. Trabajar esa sensibilidad nos lleva a apreciar mejor la realidad. La arquitectura puede funcionar como marco para el paisaje. ¿Qué pasaría si convirtiésemos la música en un marco para el espacio arquitectónico? El experimento de Alejandro Paz es un acercamiento a una estrategia de esta índole. La música llena el espacio que nosotros creemos vacío. Las piezas musicales funcionan como espacios, con notas como ladrillos, con melodías como estructuras. Para articular la música como la arquitectura, se necesita una dirección. John Cage escribió en su libro Silencio (1961) que un músico es más el que ordena sonidos, que el que compone melodías. De forma semejante, un arquitecto puede convertirse en un compositor de espacios.
En 2007, Werner Herzog dirigió un documental llamado Encuentros en el fin del mundo. Entre los variados personajes, aparece un grupo de biólogos que investiga el comportamiento de las focas. A ellos les gusta escuchar los sonidos que las focas emiten desde debajo del hielo. El hielo funciona como una gran losa natural que separa a los biólogos del agua. Algo parecido ocurre en la Ciudad de México asentada sobre un gran lago. El sector del edificio, sede de LIGA, donde se encuentran los músicos, es lo que nos separa del subsuelo. La pieza de Alejandro Paz nos convierte en biólogos que escuchan el sonido que ocurre bajo tierra. A Herzog le conmueve cómo los especialistas en focas registran los sonidos, aduciendo que parecen producidos por un sintetizador. Y es que la naturaleza puede ser un espectáculo cuando se topa con lo artificial. La arquitectura como isla sobre el agua es de por sí un hazaña que conmueve. Paz le agrega una banda sonora a este espectáculo.