LIGA en Space to be (España). Arquitectura imaginada. LIGA 2011-2023
Necesitábamos una LIGA. La Ciudad de México requería un catalizador que aglomerara los movimientos de la cultura arquitectónica para lograr una reacción colectiva de gran magnitud. Una liga, en México, es una goma elástica que se usa tanto para unir un fajo de billetes, como un manojo de espárragos. Pero su origen no surge de un focus group sino del azar, de la afortunada coincidencia que su primer local había sido anteriormente la sede de la Liga Bíblica, y sus fundadores entendieron el potencial atributo de un lugar que llegaba con nombre propio.
LIGA es un espacio para arquitectura, fundado en 2011 por Ruth Estévez, historiadora del arte y curadora, junto con Abel Perles, Carlos Bedoya, Víctor Jaime y Wonne Ickx –socios de la firma de arquitectura PRODUCTORA– que promueve la arquitectura contemporánea latinoamericana a través de exposiciones, conferencias, caminatas, talleres y publicaciones. Una española, un argentino, dos mexicanos y un belga, dispuestos a incentivar la experimentación en torno a la disciplina arquitectónica y sus posibilidades como práctica discursiva. LIGA desarrolla una programación basada en proyectos de investigación, exposiciones monográficas e intervenciones de sitio específico. Cuatro exposiciones al año durante doce años con momentos sublimes, otros para recordar y quizá alguna se quede en el olvido, aunque todas nacieron del riesgo y la apuesta de los curadores para que suceda en LIGA lo que difícilmente se daría simplemente desde las respectivas prácticas profesionales. Una primera exposición de los chilenos Pezo von Ellrichshausen fue el manifiesto de lo que podría llegar a suceder en el pequeño triángulo con ventanas a dos calles. Todavía recuerdo el objeto central: una maqueta de una posible exposición de ellos mismos en la que, como Gulliver, se podía acceder hasta el centro para asistir al mundo minúsculo de su otra exposición. Con los años veríamos como su trabajo sería cada vez más ensimismado, profundo y autorreferencial. Siguieron las muestras de los colombianos Paisajes Emergentes, el mexicano Jorge Ambrosi, la brasileña Carla Juaçaba y los argentinos Adamo-Faiden, dejando claro que el panorama sería, de verdad, latinoamericano. Pasaron exposiciones trimestrales y años de encuentros, con cervezas en mano en la azotea del mismo edificio, proyectado por don Augusto H. Álvarez en 1950, y cada una daba pie a discusiones estimulantes entre la selecta y fiel concurrencia. La propuesta de los tapatíos Macías Peredo fue espectacular, a medio camino entre la ruina de alguna construcción rural y una pieza de Kounellis, se apropiaba del pequeño recinto al abrir todo un nuevo mundo inesperado. Y cinco exposiciones después los regiomontanos de S-AR propusieron otra experiencia de inmersión arquitectónica, con muros de malla metálica, como si fuera la versión virtual de la anterior. Dos muestras más tarde el colombiano Camilo Restrepo haría su versión laberíntica con cortinas de terciopelo impresas. Y sin olvidar la magnífica roca de madera del chileno Eduardo Castillo, unas LIGAS antes.
Tras el sismo de 2017, que puso en duda la estabilidad del flatiron mexicano que albergó con tanto éxito a LIGA, llegó el momento de emigrar a un espacio mayor. Y la nueva sede de LIGA pasó a la Colonia Doctores, dentro de una antigua fábrica textil convertida en centro de industrias creativas, donde Productora no solo diseñó los espacios que se irían ocupando con el tiempo, sino que también mudó ahí sus oficinas. Reto severo. El triángulo liguero había provocado reacciones espaciales a casi todos los participantes, bien fuera por las dimensiones escasas, la relación con dos calles de la ciudad o el vínculo con un edificio de pedigrí. Y en la nueva sede un rectángulo con una ventana a una calle con poco tráfico, sería todo el nuevo contexto. Así, con la exposición de Escobedo Soliz tuvieron que darlo todo, demostrando que su estrella, tras la instalación en el PS1 neoyorkino, tenía valor de cambio. Su Tórax –por una obvia analogía biomórfica con la planta del proyecto que expusieron– fue un espacio en forma de ojiva dentro de la nueva habitación, conformado por pares de polines verticales. Y le siguieron otras muestras que trataron de hallarse en el nuevo traje con nostalgia del anterior, a lo que se sumó el paréntesis global de la pandemia. Con las exposiciones recientes del mexicano Isidoro Michan-Guindi y la de los argentinos Campanini-Sposito, por fin, LIGA se vistió de largo. Con la primera –el discípulo de Alberto Kalach– quedó claro que no todo estaba dicho, y la inspiradora selección de maquetas (de cartón, de concreto, de aluminio) nos descubrió a un autor singular. A su vez, dio la razón al equipo curatorial de LIGA en su difícil y apasionante tarea –llena de riesgos y esperanzas– que siempre ha buscado originalidad entre las recientes generaciones latinoamericanas. Y la muestra actual de Juan Campanini y Josefina Sposito, de algún modo aporta los signos de identidad a la nueva sede en Laguna, al sacar la propuesta a la calle como un nuevo Storefront mexicano.
En paralelo, entre líneas o entre exposiciones, surgieron los interludios con conferencias y debates, que proponían relaciones tangenciales con la arquitectura. Y también publicaciones que documentaban las muestras, además de las pláticas y visibilizaban algunos archivos existentes de arquitectura. Y la cena anual de LIGA –el evento de arquitectura más chic del país– donde reúnen amigos, donadores y patrocinadores, coincidiendo con el Festival de Arquitectura y Ciudad Mextrópoli.
Doce años de rastrear creatividad y facilitar a las nuevas savias latinoamericanas un lugar para experimentar y compartir preguntas, inquietudes y propuestas. Treinta y siete exposiciones de equipos intelectualmente inquietos que –lejos de mostrar su producción arquitectónica– exploraron los límites de la disciplina. Un mecenazgo único que siembra y cosecha. Con doce años a cuestas, LIGA ha congregado y se ha convertido en la comunidad de arquitectos más relevante de México.