LIGA 06: Frida Escobedo (Mex). Split Subject
Photography: Ramiro Chaves
“Language phraseology speech tongue lingo vernacular mother tongue king’s English dialect brogue patois idiom slang…”
Robert Smithson amontona estos términos unos encima de otros in A Heap of Language (1966)—a la vez una adición literal de palabras, una diagramación de su forma y propiedades materiales, y una descripción de la evolución natural del discurso. Igual que si de una formación geográfica se tratase, Smithson parece sugerir que el lenguaje se desarrolla a través de la deposición y la erosión, como si consiguiese habitarse y personalizarse por sí mismo, transferido y traducido conforme avanza el tiempo.
Esta presentación del lenguaje como un lugar para la sedimentación cultural me viene a la mente cuando pienso en el proyecto de Frida Escobedo El Otro, a la par que la idea de Smithson sobre los rascacielos del moderno Park Avenue como monumentos de la “evolución revertida”. En la fachada de un edificio de oficinas de la Colonia Juárez, Frida descubrió la tensión de esta narrativa —una muy específica para poder esbozar la identidad nacional de México. Suspendido entre el armazón de cristal y los interiores que este encierra, existe un registro de una acumulación y desarrollos irregulares que contradicen la imagen de vaciedad de la fachada. Lo que podemos observar aquí, es la verdadera cara del Modernismo mexicano, o lo que creció en el vacío dejado por su fracaso y sus promesas sin cumplir. La lógica de esta estructura ha sido habitada con el desorden de la realidad —la claridad se enfrenta con los retazos de necesidad. Acechando sobre la calle como si fuese el gigantesco barco de Teseo, este edificio tiene una historia por revelar. Es correcto pensar pues, que Frida ha tratado esta superficie como un texto para leerse con atención o un verso para ser deconstruido.
No es la primera vez que Frida utiliza la palabra escrita como una directiva arquitectónica: Para el pabellón del Museo El Eco, se aprovechó del espacio como una página en blanco, usando únicamente bloques de cemento igual que una estructura alfabética: poesía concreta, literalmente. Ya sea creando un espacio de oficina en el tejado de una casa suburbana, erigiendo una casa elevada sobre la ladera de una colina común, o rehabilitando un complejo turístico en decadencia ubicado en la playa de Caletilla, Frida hace uso del desuso y encuentra significados en los intersticios de nuestro entorno cotidiano. Esto viene de una doble atención por lo artesanal y lo pragmático, y una habilidad por compartimentar necesidades y deseos; es todo esto lo que materializa en sus diseños. La propuesta ganadora de Frida para un concurso de vivienda sustentable fue una unidad que podía ser extendida para crear una área con porche, o contraída para formar una salita interior, dando a los residentes el lujo de transformar su entorno con mínimos cambios. A través de construcciones minimal y modulares, Frida crea sutilmente un espacio para el ocio. La riqueza en recursos de sus diseños es esencialmente como la de un poema —líricamente eficiente, elegantemente sobrio, y cuidadosamente complejo.
Las hojas de cristal de Florencia 72, como se muestran en las fotografías de Frida—algunas abiertas en ángulos oblicuos, otras atrapadas en la retícula— actúan como un espejo de doble sentido. Confeccionando un exterior que refleja y desvía, éstas nos recuerdan, como Frida señala, a la formación de un yo cultural colectivo que implica aislar nuestra concepción del “otro”: para identificarnos a nosotros mismos, tenemos que diferenciarnos de los demás. En su transparencia enmascarada, las ventanas del edificio recuerda una obra de arte que Frida ya ha referenciado en otras ocasiones —el tachado de Un Coup de Dés de Marcel Broodthaers. Con un simple gesto, Broodthaers separa el aspecto gráfico de la obra de Mallarmé, literalizando su tesis visual e ilustrando el concepto ahí indicado: “Rien…n’aura eu lieu…que le lieu.” (Nada… tendrá lugar… solamente el lugar). Así, en un acto de similar elucidación, Frida tomó una obra preexistente y la desconstruyó en capas de significados, representando físicamente cada una, palabra por palabra. Si Florencia 72 parece materializar una historia compleja, Frida lleva esta cosificación todavía más lejos. Haciendo esto, ella encuentra una cierto legado social escondido a simple vista, para poder revelarnos en detalle lo que realmente “pasó en el lugar”.